Un bonito relato de nuestro lago General Carrera Roberto Eduardo Bravo Galleguillos

El Lago y su Telón de Fondo. Me sentaba en la orilla, esperando picara una perca o a tirar piedras, a escuchar el sonido del agua. De un tenue murmullo a un tembloroso desplegar de olas, el viento determinaba lo que allí ocurría. Antes de General Carrera, Chelenko, que en lengua Tehuelche significa Aguas Turbulentas; para mí, Hijo del Viento, quien con su constante y poderosa fuerza, lo moldea, le da a ese maravilloso lago, un sinfín de fisonomías. Contemplaba el Cerro Castillo, telón de fondo, el Cerro Pirámide, tótem aledaño, guardián de Puerto Ingeniero Ibáñez. Fijaba la mirada en territorio argentino, que por Pallavicini, da acceso a la inmensidad de la pampa, nevada en invierno, polvorienta en verano. Sólo en los días de invierno, previo a la nieve o una intensa lluvia, se me perdía el telón. Observaba como se alejaba la barcaza Pilchero, el barco Andes, que si bien, no lo lograban salir de mi campo visual, los suponía ingresando al Triangulo de la Bermudas, al adentrarse y perderse en la costa de enfrente; no era solo una cuestión de perspectiva. Me gustaba esa contemplación, disfrutaba el viento, a veces con frío, otras con intenso calor; dejarse llevar en esa estimulante soledad, por el golpeteo de las olas, el sonido del viento. Recostado en la playa, imaginaba historias de naufragios, travesías y perdidas, con épicas de gente que lograba doblegar su furia, el capricho de ese espejo de agua y su inmensidad, la barrera natural que nos separaba de Chile. Desvaríos., delirios que ese pequeño mar, con su transparencia e imponencia de lago indómito, me lograba transmitir. En sus aguas se quedaron amigos, conocidos. Ahí transcurrieron historias que cada cierto tiempo resignifico, para no olvidar, que son parte del telón que a cada uno, en distintos tiempos y contextos, nos contiene.