Identifican propiedades del calafate para prevenir la obesidad y el desarrollo de resistencia a la insulina
Investigadores del Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile identificaron propiedades del calafate para prevenir la obesidad y el desarrollo de resistencia a la insulina, condición asociada a la aparición de diabetes.
El equipo es liderado por el académico Diego García, quien desarrolla un proyecto Fondecyt y explica que el trabajo realizado sobre modelos animales ratificó lo observado en pruebas anteriores implementadas a nivel celular.
Los ensayos iniciales permitieron identificar que el maqui y el calafate eran los berries nativos con mayor capacidad antioxidante y antiinflamatoria. “Luego apuntamos a identificar las propiedades del calafate porque tenía menos investigación detrás, además de un mayor contenido en antioxidantes. Es decir, presentaba mucho potencial pero poco desarrollo”, afirma.
La administración de una pequeña cantidad de extracto de calafate a ratones alimentados con una dieta alta en grasas, concluyó que un tratamiento de largo plazo disminuía los niveles de estrés en el tejido adiposo, favorecía una menor resistencia a la insulina y un mejor control glicémico, y permitía bajar la ganancia de peso entre un 25 y 30 por ciento. Dicho de otra forma, los animales que consumieron calafate desarrollaron menos sobrepeso.
Aumento del consumo energético
La obesidad se define como una acumulación de grasa, acompañada de un aumento del Índice de Masa Corporal (IMC), producto de un desbalance entre la energía que consumimos y la que gastamos. Cuando ocurre ese excedente, la diferencia energética se acumula en nuestro organismo como “tejido adiposo blanco”, pero en nuestro cuerpo también existe “tejido adiposo pardo”, que permite la regulación de la temperatura corporal.
Diego García detalla que, debido a su función termogénica, los recién nacidos tienen una masa significativa de “tejido adiposo pardo”, que en adultos este se va perdiendo y queda restringido a zonas específicas como detrás del cuello, sobre las clavículas y alrededor de las vértebras.
El estudio demostró que los animales que consumieron el extracto de calafate experimentaron un aumento del “tejido adiposo pardo” en las mismas zonas del cuerpo donde se encuentra en humanos. También se registró un aumento en la actividad molecular de este tejido por parte de los animales tratados con el fruto.
Además, se detectó un proceso de “pardeamiento” del “tejido adiposo blanco” en proporciones significativas.
“Nuestras conclusiones son que existe una relación entre estos animales que no presentan tanto sobrepeso y la activación del tejido adiposo pardo preexistente, y también en el pardeamiento del tejido adiposo blanco que se transforma en beige. Aparecen ambos eventos al mismo tiempo”, indicó García.
Por esta razón, indica, “vamos a profundizar en estudiar la liberación de hormonas del tejido adiposo pardo que, junto a este aporte sobre nuestro gasto energético, podría explicar también su aporte a la homeostasis. Explicar bien este proceso es muy relevante para el desarrollo de soluciones”.
Hacia un producto en base a calafate
Una de las líneas de investigación es desarrollar un producto tangible, atractivo para el consumo y que contenga la dosis que el equipo proyecta para futuros ensayos clínicos en humanos.
Asimismo, se busca dar valor agregado a este alimento ancestral y local. “El propósito de este Fondef es generar un aporte económico y social. La gente de la zona, los recolectores, los que manufacturan productos artesanales, industrias, todos se ven beneficiados por un hallazgo de este tipo. Aumenta el interés científico, público y privado por levantar soluciones, y eso puede beneficiar a un importante número de personas de nuestro país, que de hecho pueden aumentar significativamente. También es importante que se financien iniciativas ligadas al desarrollo agronómico, porque eso va a asegurar que exista más materia prima que permita sustentar una mayor producción de productos derivados”, agrega García.
El equipo espera avanzar hacia pruebas clínicas en humanos, trabajo que estará enfocado en tratar con calafate a personas que ya padecen obesidad y/o diabetes. Actualmente, están evaluando los efectos de un consumo agudo del extracto de calafate y sus implicancias en la microbiota intestinal.
Frente a los resultados, el equipo enfatiza en que estos estudios no plantean el consumo de calafate como un tratamiento definitivo contra la obesidad o para evitar el desarrollo de resistencia a la insulina, más bien ofrece una solución complementaria a otros métodos como la regulación de la dieta y la actividad física.