Tiempo de Esquila ,por Roberto Bravo.
Esquila en Entrada Baker.
El galpón de esquila de Héctor Cadagan, asentado de la CORA en Entrada Baker.
Esquiladores, maquinista, prenseros, agarrador, envellonero, playero, cocinero, eran los oficios en una comparsa. Se esquilaban las ovejas de la Estancia Juanina y del campo de Mendieta; las del Predio Militar.
La primera acción, instalada la comparsa, el pesaje del prensero. Alto y gordo, apostaba el peso al término de faena., en la romana, todos expectantes del guarismo. Apuesta simbólica., estaba ganada de antemano.
Colaboraba en los corrales a los troperos para reponer ovejas en los bretes del galpón; si algún esquilador, con el peine de su manija pinchaba una, gritaban al unísono, no con poca algarabía., Kaplan, Kaplan, Kaplan y ahí llegaba raudamente a untar la herida con una mota de lana empapada en una solución desinfectante; asistía al playero en el retiro de los vellones y los llevaba al mesón, previo a ir a dar a los cajones de la prensa. Marcábamos los bolsones de lana, número y hacienda. Cerraba la jornada, el recuento de latas de los esquiladores.
Al término de la faena, pese al cansancio, la comparsa mantenía el ánimo; asados, jugar a la taba y jineteada si había algún arisco disponible. Mi amigo León Vásquez, se las arreglaba para conseguir uno, su entusiasmo era más intenso que su aguante en el lomo; duraba menos que un Candy.
Participe esa temporada del carguío con fardos de lana al destartalado avión Curtiss C-64 de Squella. Despegó a duras penas de la Entrada con destino a Coyhaique. Asombrados al verlo alejarse por el Valle Chacabuco y a penas alzar el vuelo. Ese año, agosto de 1981, se estrellaría fatalmente en Cochrane.
A los 15 años, a caballo en esas llanuras y montañas, era inmensamente feliz; la Esquila, una consistente experiencia formativa.
