noviembre 21, 2024

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Discapacidad en Chile: “Es momento de pasar del respeto al valor”

Alejandra Ríos Urzúa directora Diploma en Habilidades Laborales de la U. Andrés Bello sede Viña de Mar. Ve con esperanza el futuro de sus alumnos con discapacidad cognitiva.

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Mucho antes de que la Ley 21.015 de Inclusión Laboral determinara en 2018 que las empresas con 100 o más trabajadores reservaran el 1% de sus puestos de trabajo a personas con discapacidad, la Universidad Andrés Bello, en 2006, creaba el programa Diploma en Habilidades Laborales. La universidad abrió sus puertas a jóvenes con discapacidad cognitiva para prepararlos para el mundo del trabajo. En 2011 se inauguró también en la sede de Viña del Mar y en 2013, en la de Concepción. Son casi 17 años ya y más de 500 los egresados.

En Viña del Mar el programa lo dirige, desde su creación, la psicopedagoga Alejandra Ríos, quien tomó el desafío apenas llegó de Pamplona, España, donde cursó un máster en Intervención Educativa y Psicológica. No estaba en sus planes recorrer este camino, pero hoy lo ve como “un regalo de la vida”. Tampoco imaginaba que tendría tanta fuerza para tocar puertas por sus alumnos: un día en la Junaeb, otro en la Cámara Baja, o escribiendo sobre el tema de la discapacidad para visibilizarla. “No sé dónde estaré en unos años más, pero sí sé que voy a terminar mis días trabajando por la inclusión de las personas con discapacidad intelectual porque le ha dado un sentido a mi vida. Mis mejores profesores han sido mis estudiantes”, afirma la académica.

¿Qué le han enseñado?

– La resiliencia, porque la vida muchas veces se les hace bien adversa. El mundo no está preparado para un funcionamiento diverso como el que ellos tienen, desde cómo interpretan o cómo se relacionan con el entorno. A veces los espacios no son respetuosos, sin embargo, ellos llegan todos los días con su mejor cara, superando todas las dificultades porque quieren surgir. Mi trabajo es una manera de aportar, de ir abriendo caminos, de sensibilizar. Ellos no son sujetos de caridad ni de favores, sino sujetos de derecho como cualquier otro chileno.

¿Cuánto ha avanzado nuestro país tras la implementación de la Ley de Inclusión Laboral y cuáles son los desafíos aún pendientes?

– Antes prácticamente teníamos que pedir por favor que recibieran a alumnos en práctica, dependía mucho de las voluntades. Hoy desde las empresas nos vienen a buscar, porque contamos con un grupo de alumnos y egresados que está muy bien formado. Sin duda ha sido una ley muy positiva en ese sentido, pero falta mucho todavía, porque sigue habiendo brechas. Aunque la misma normativa ha tenido una cierta madurez, porque inicialmente sólo se trataba de la exigencia de un porcentaje de personas que pudieran acreditar discapacidad, y este año se tuvo que impulsar un complemento a la ley, señalando que debe existir un experto que gestione esa diversidad en las empresas.

¿Y hemos avanzado en términos sociales?

– Antes se hablaba de “yo tolero la diferencia”, que es una mirada muy negativa, porque una tolera lo que no le gusta. Luego pasamos a respetar la inclusión, a las personas con discapacidad, a la diversidad en general. Pero creo que tenemos que tender hacia una mirada que valora la diversidad. Ya no sólo la respeto, sino que le doy un valor, porque aporta. La mayor meta es ir hacia la convivencia real con las personas con discapacidad. Inclusión, no integración.

APOYO EN FUNCIONES

El Diploma en Habilidades Laborales lo dicta la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la UNAB y consiste en una formación sociolaboral para todos aquellos jóvenes egresados de enseñanza media en modalidad de educación inclusiva o su equivalente en la educación especial. Son tres años de estudios en los que ellos se especializan como apoyo en alguna de las cinco áreas existentes: función administrativa, producción gastronómica, educación parvularia o deportiva, función veterinaria, y viveros y jardines. Tiene una malla diseñada para ellos, pero se mueven en un entorno universitario absolutamente abierto, explica Alejandra Ríos.

El programa es tan reconocido que han venido desde Colombia, México, Argentina y Australia para aprender de él y replicarlo en sus países. “Hay otras instituciones que han ido abriendo espacios similares, y ojalá en todas las regiones existieran opciones para que las personas se puedan formar para el mundo del trabajo y después se incorporen a él demostrando de todo lo que son capaces, derribando todos los mitos: que van a bajar la productividad, que se van a enfermar, que faltan mucho, ¡todo lo contrario! Los reportes que tenemos de los empleadores es que son sumamente responsables porque cuidan tanto la oportunidad, que cumplen como el mejor empleado su trabajo. Es una experiencia en la que todos ganan”.

¿Por qué es tan importante para la UNAB tener este sello de inclusión?

– Esto fue una apuesta. Había muchas dudas de qué cabida tenía la discapacidad intelectual en una universidad. Son más o menos 150 los alumnos que tiene el programa y la universidad tiene 46 mil estudiantes. Podría pensarse que se diluirían y perderían. Sin embargo, este puñadito logró transformar el valor que la Universidad le entrega a la diversidad y a la inclusión de personas con discapacidad, y hoy, efectivamente, la inclusión se fue transformando en un sello y es parte de los pilares dentro de la UNAB. Incluso estamos abriendo un nuevo Diplomado en Liderazgo, Diversidad e Inclusión en las Empresas, cuyo foco está en la innovación y en los procesos de cambio para apoyar a las empresas a tomar como propio el desafío de la inclusión.

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