Sírvase un sorbo Don Migua!…bajando pa´ Puerto Aysén
El letrista de la canción, General del Aire Diego Barros Ortiz. Al escribir los versos de «Bajando pa Puerto Aysén», su nombre se asocia a las profundas tradiciones ayseninas.
La famosa canción Bajando pa‘Puerto Aysén que colmara de gloria las páginas de la inspiración musical chilena, ya se constituye en todo un símbolo de nuestra tierra. El compositor del laureado tema fue el músico José Bernales, que además formaba parte del primer grupo de Los Cuatro Huasos. A Diego Barros Ortiz, el creador de la letra, se le atribuye, además, un puñado de anécdotas. Y entre varias de ellas, hay una que me ha causado mucho impacto por la delicada singularidad que encierra: la atribución del nombre de Don Migua en los versos, elemento culminante de apostrofación lírica y que aparece en el segundo verso de la canción: Sírvase un sorbo, don Migua, para dentrar en calor.
LA INSPIRACIÓN
Barros se inspira en un viaje a través de una ruta de penurias con caballos, tropas y tropillas. Se desliza un avance doloroso, lleno de frío y distancias entre Chile Chico y Puerto Aysén el año 1947 cuando normalmente había que cumplir los trayectos de movilización de tropas por mínimas picadas y sendas de penetración. Precisamente fue una de esas tropillas la que inspiró a don Diego. Iba en dirección al Pacífico y había partido desde Chile Chico, enfilando por la paradilla de El Peludo, justo en el dobladero después de la segunda curva. Ese sector durante el trayecto constituyó el momento justo del enfoque de cámara, el instante crucial y el congelado que permitió a don Diego Barros Ortiz subirse a las nubes de las imágenes que conformarían la suprema unidad poética.
BAJANDO PA’PUERTO AYSÉN
La tropilla de cariblancos todavía resuena en el corazón de muchos ayseninos que conocen la historia y han escuchado la canción. Famosa es la apelación al elemento telúrico natural de una tierra bravía e inhóspita, que despierta sensaciones de pequeñez y que evoca el autoritarismo del hielo: Ya no hay fuego que derrita las nieves del corazón/ hermano, apure las bestias, y páseme un cimarrón. Sin la prisa que convoca el viaje, las manos duras de los cerriles troperos hacen que transite el mate amargo o el cimarrón de un sitio a otro y que se nombre a Don Migua, invitándole a yerbear al más puro estilo gaucho: Sírvase un sorbo don Migua, para dentrar en calor.
Don Migua era un amigo personal de don Diego, que ostentaba el grado de Teniente de Carabineros y a quien conociera en las misiones aéreas que le correspondió cumplir en los primeros tiempos de vuelos entre Chamiza y Balmaceda. Esa es la declaración del poeta en su testimonio telefónico, el cual tuvimos mucho cuidado en guardar para mostrarlo aquí. Aunque sus amigos íntimos siempre le dijeron Don Migua, su verdadero nombre era Miguel Luis Bisquert y el profundo grado de amistad y camaradería que lo ligaba a Barros le hizo merecedor de su aparición en el verso.
SE REÚNEN LOS AMIGOS EN CASA DE PIEDRA
Cuando la canción estuvo construida y comenzó a escucharse por todo Chile, crecieron los instantes de afecto. Un grupo de honorables ciudadanos de Coyhaique pensaron en la canción, en el compositor José Bernal y en el letrista Daniel Barros Ortiz, con el que me comuniqué hasta su casa en la ñuñoína calle Brown Norte para que me cuente lo que sucedió en realidad.
Estos unidos amigos querían rendirle un tributo de cariño a don Diego, por pertenecer al mismo grupo de ellos. Un día se dirigieron a la conocida ex Casa de Piedra, nombre con que se bautizara en la década de los años 30 a un refugio natural para caminantes y jinetes, cercano a la Cascada de la Virgen, a unos 32 kilómetros en dirección a Puerto Aysén.
En ese grupo iban los camaradas de profesión y hermandades Alfonso Scheeing Ritter, propietario de la estancia Los Cóndores de Coyhaique Alto y a la sazón Comandante de Aviación; don Diego Barros Ortiz, General del Aire, autor intelectual de la letra de la canción; y don Miguel Luis Bisquert, teniente de Carabineros, amigo personal de don Diego y a quien éste decidiera ponerlo como elemento de apelación en los versos, valiéndose del apodo de Don Migua, que es como todos lo conocían en el grupo.