Hígado graso, la enfermedad que cambió de nombre y puede llevar a la cirrosis sin tomar una gota de alcohol
«Estamos viendo cada vez más pacientes con hígado graso no alcohólico (HGNA)”, advierte Blanca Lizaola-Mayo, directora médica del Centro de Trasplantes Hepáticos de la Clínica Mayo en Arizona, Estados Unidos.
La profesional aseguró en un encuentro virtual con periodistas al que asistió Clarín, que esta enfermedad hepática silenciosa crece -sobre todo entre hispanos y entre niños,- al punto de alcanzar una prevalencia del 30% (a nivel global, pero también en Argentina)-, y se estima que será la primera causa de trasplante de hígado en el mundo para 2030.
El sedentarismo y la mala alimentación están entre las principales causas. Revertir esos factores de riesgo es una de las principales indicaciones tratar el HGNA, siempre y cuando se detecte antes de la inflamación del hígado, que puede progresar hasta derivar en cirrosis e insuficiencia hepática.
Como la mayoría de las enfermedades del hígado, el principal problema es que no da síntomas ni duele. “Cuando empieza a dar síntomas desafortunadamente es muy tarde, y los pacientes ya tienen cirrosis descompensada”, se lamenta Lizaola-Mayo.
Se detecta mediante chequeos de sangre, a los que deben estar atentos quienes tengan factores de riesgo, como diabetes, obesidad, resistencia a la insulina y colesterol y presión arterial alta. A medida que avanza, puede causar sensación de debilidad, pérdida del apetito y náuseas.