Tristeza por la muerte de Héctor Sepúlveda: «Es gente humilde que lo único que quiere es entregar cariño y amistad»
El colono Héctor Sepúlveda Cárdenas, conocido como «Lindo lindo» murió a los 87 años de edad en Villa O’Higgins.
Fue dueño y habitante de 11.000 hectáreas en Laguna del Desierto hasta 1965, cuando debió dejar las tierras de toda su vida, debido a que ese territorio pasó a manos argentinas en medio del conflicto en el que murió el teniente de Carabineros Hernán Merino Correa.
Este colono tuvo la posibilidad de quedarse en su hogar, pero con una condición: renunciar a la nacionalidad chilena y hacerse ciudadano argentino. Sin embargo, Héctor Sepúlveda se negó.
«Prefirió perderlo todo y volver a Chile con lo puesto. Las autoridades de la época, luego de invitarlo al palacio de La Moneda y de rendirle homenajes, le prometieron recompensarlo y darle aquí algunas tierras para seguir viviendo en la frontera. Eso no ocurrió jamás. Y Héctor Sepúlveda Cárdenas, «Lindo Lindo», vivió de allegado, casi miserablemente, durante todo el resto de sus días, hasta los 87 años», relata en una crónica publicada ayer por El Divisadero el periodista Alipio Vera, quien lo conoció en uno de sus tantos viajes a nuestra región para grabar documentales para la televisión.
Otra persona que lo conoció por muchos años es el exalcalde de O’Higgins, Roberto Recabal, quien señala que se trata de «una triste noticia para todos, un viejo muy querido por todos, por algo le decían «Lindo Lindo» y es una pena que murió no como él merecía».
Recabal describe a Sepúlveda como un hombre «sencillo, cariñoso y bondadoso». Cuenta que es «la persona más agradable, más simpática y más cariñosa dentro de la pobreza. No te puedes imaginar lo cariñoso y generoso que era dentro de su pobreza. Tú llegabas a su casita en el Mayer y lo primero: ‘Pasen, pasen’. Ofreciendo todo para atender bien a las visitas, por eso era una persona tan querida en la Villa».
El exedil asegura que en la memoria colectiva quedará la figura de «Lindo Lindo» como la de «gente humilde que lo único que quiere es entregar cariño y amistad. Eso hizo Héctor Sepúlveda durante toda su vida. Va a quedar en el recuerdo de toda la gente de O’Higgins, toda la gente que lo conoció».
Un poco de su historia
La historia de Héctor Sepúlveda está llena de esfuerzo y olvido, como «montones de colonos de O’Higgins que vivieron y sufrieron los tristes y dolorosos acontecimientos de Laguna del Desierto, donde perdieron todo».
En su rol de alcalde, Recabal indica que uno de sus principales objetivos fue «tratar de que Chile conozca la historia de abandono no solo de don Héctor, de la señora Nora Ovando, de gente que pobló ese sector y que, por falta de Estado, se fueron perdiendo sin ningún interés de defender, sobre todo Laguna del Desierto».
Cuenta que junto a Alipio Vera «hicimos una expedición hace como 3 años atrás al Chaltén pero con la idea de llevar a don Héctor después de 54 años volvía a su campo. Es una escena maravillosa que se filmó y donde vuelve don Héctor, se baja del caballo y se pone a llorar. Vuelve después de 54 años a su campo y a dejarle velas a la tumba de su madre».
Cuando Héctor Sepúlveda vuelve al que fue su predio en Laguna del Desierto
Gentileza: Roberto Recabal
En ese viaje también los acompaña Washington Soto «que es el último carabinero vivo que queda de los que estaban en ese tiempo con el teniente Merino».
Vera continúa contando la historia: «En dos días cruzamos a caballo los bosques cordilleranos hasta llegar a los restos de la vivienda, fogones y bodegas que les fueron propios. En el mismo lugar está sepultada su madre, la chilota Sara Cárdenas Torres. Era primera vez que visitaba la tumba porque nunca había regresado a sus pagos en más de medio siglo. Fuimos testigos de su emoción, de sus lágrimas y del dolor de reencontrarse con todo aquello que le fuera tan querido. Fue también la despedida definitiva».
La reflexión del Premio Nacional de Periodismo 2013 es que «nunca el Estado de Chile le entregó siquiera una hectárea de terreno, pese a que su historia era más que conocida en Villa O’Higgins y que era también representada por mi persona a las autoridades en diversas épocas».
En una entrevista con el programa Crónicas de Chile de Canal 13, «Lindo Lindo» le indica a Vera que «a mí no me dieron nada, más que el viaje a Santiago donde estuve con el Presidente Frei (Montalva). Me ofrecieron campo, casa acá en la Villa… ¿lo vio usted? Yo tampoco».