Las lluvias sumergen a Pakistán en una crisis humanitaria sin precedentes
Hogares sumidos bajo el agua, puentes y carreteras destruidas, cosechas que se perdieron y más de 33 millones de personas afectadas son solo algunas de las consecuencias que las fuertes lluvias han dejado en un tercio del territorio de Pakistán. “El país está viviendo una crisis humanitaria sin precedentes y las consecuencias a largo plazo aún están por venir”, lamenta Rocío Vicente, especialista en derechos humanos de Unicef. En menos de un mes, el ritmo de vida de la población de 66 de los 116 distritos ha dado un giro de 180 grados. El Gobierno los ha declarado en “estado de calamidad”, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha anunciado que las zonas golpeadas se encuentran en el nivel más alto de emergencia.
Para Vicente, la intervención estatal y la ayuda de los organismos internacionales no bastan para cubrir la magnitud de los problemas relacionados con estas inundaciones. “Pakistán es el quinto país más poblado del mundo, con más de 220 millones de personas, y ahora mismo tenemos medio millón de desplazados, sin agua segura y sin asistencia médica”, relata. “El 30% de los sistemas de agua han resultado dañados, y esto implica una exposición directa a enfermedades que pueden ser mortales”, explica.Ruby Taric, responsable del equipo de Médicos sin Fronteras (MSF) en Baluchistán, una de las provincias más golpeadas por el desastre, cuenta que las tareas de control, monitoreo y prevención de enfermedades son un reto. Antes de las inundaciones, Pakistán ya registraba 4.531 casos de sarampión y 15 casos de poliovirus salvaje, ahora la OMS ha alertado sobre un aumento de brotes de infecciones como el tifus, sarampión y dengue. “Tenemos 2.000 camas, todas ocupadas. Además, ahora trabajamos con menos personal porque cinco de ellos han dado positivo en malaria”, relata. Aún no han registrado ningún caso de cólera, muy común en este tipo de emergencias, pero sí han detectado un importante repunte del paludismo.