noviembre 24, 2024

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La tragedia del cerro Pérez y el triste fin de monseñor Vielmo

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Un 16 de junio de 1963 ocurrió una de las tragedias aéreas más dolorosas que se haya vivido en el territorio de Aysén, el desastre del cerro Pérez y que significó la muerte de 19 personas que viajaban a Coyhaique, entre ellos el obispo del Vicariato Apostólico César Gerardo Vielmo.

El avión siniestrado era un DC3 de la FACh que despegó desde el aeropuerto Balmaceda, construido en 1944 y llevaba a un total de 20 personas de las cuales sólo un pasajero sobrevivió.

La aeronave se estrelló en el cerro Pérez, entre Balmaceda y Puerto Aysén y significó una operación de búsqueda en medio de la selva inexplorada hasta dar con el macabro hallazgo de los cuerpos de los tripulantes del DC3.

El obispo

Uno de los decesos más sensibles fue el del obispo César Gerardo Vielmo, el segundo desde la creación del Vicariato Apostólico de Aysén en 1955. Vielmo ejercía el cargo desde 1959 y había reemplazado al primer obispo del Vicariato, Monseñor Antonio Michelato Danesea.

Vielmo es recordado por ser él quien pidió al entonces Papa Juan XXIII que reconociera a la Virgen Inmaculada como Patrona de la Iglesia de Aysén y en 1959 sugirió que se cambiara el nombre del Liceo de Coyhaique por el de Liceo San Felipe Benicio. En ese entonces, la Orden Siervos de María había asumido un rol protagónico en la gestión del establecimiento coyhaiquino.

Igualmente, en ese año de 1963 se inició la construcción de la Catedral de Coyhaique y poco antes de fallecer concibió el proyecto de realizar una gran misión en todo el territorio de Aysén.

Como si fuera un presagio, el obispo Vielmo se despidió de su feligresía dos meses antes cuando escribió su testamento en el cual indica: “¡Dios bendiga nuestro Vicariato, como yo os bendigo de corazón! Sólo tenía 49 años al momento de su deceso.

La tragedia

El diario El Farellón hizo un relato sobre cómo fue el accidente ese 16 de junio de 1963.

El avión DC- 953 provenía desde Punta Arenas con una tripulación de seis personas y dos pasajeros y en el Aeropuerto Balmaceda se subieron otros 12 pasajeros, entre ellos el obispo Vielmo. Todos se dirigían rumbo a Santiago.

A las 14:10 horas el avión dio su última posición cerca de Puerto Aysén. “La población quedó impresionada por la baja altura que mantenía y el esfuerzo de los motores, que expedían un extraño ruido como de máquina sobrecargada”, indica la edición del 18 de junio de 1963 de El Farellón.

Parecía que el avión iba a hacer un aterrizaje forzoso, pero siguió hacia el estuario del río Aysén y se perdió entre la neblina.

Fueron unos buzos que pescaban en la costa frente a Puerto Pérez, a 35 millas de Puerto Aysén, quienes observaron cómo el avión daba unas vueltas para luego estrellarse en el cerro a unos 40 metros de altura.

“Tembló la tierra, retumbó el valle y una espesa humareda se elevó hacia el cielo” fue el testimonio de estos buzos al diario El Farellón.

En la base de Balmaceda se había perdido toda comunicación con el aparato y se empezó a sospechar lo peor.

La búsqueda

El cronista e historiador Óscar Aleuy en su crónica “Detalles minuciosos de la tragedia del cerro Pérez” comenta sobre la búsqueda del aparato en medio de la selva.

Según Aleuy el avión intentó planear en la playa, pero se estrelló a gran velocidad en el cerro a 40 metros de altura y que posteriormente se incendió.

Fue el conocido teniente Hernán Merino, mártir de Carabineros, quien dirigió las labores de búsqueda y se sumó el sacerdote Victorino Bertocco, quien sumó a lugareños de Puerto Aguirre para buscar el aparato con la ilusión de encontrar sobrevivientes.

En una misión llena de sacrificios, rodeados de la humedad del bosque y de la neblina, el grupo de búsqueda se tardó ocho horas en dar con los restos humeantes del avión. 

Al llegar el espectáculo fue macabro con restos calcinados de pasajeros e incluso algunos cuerpos colgando de los árboles. Pero entre tanto horror ocurrió un milagro, había un sobreviviente.

El sobreviviente

Según el cronista Óscar Aleuy fue el puertoaguirreño Moisés Figueroa el que encontró al único sobreviviente de la tragedia, un pasajero de apellido Ayala.

Este hombre relató que tras estrellarse el avión hubo algunos sobrevivientes que aguantaron algunas horas más, pero que entre medio de sus dolores fallecieron por la gravedad de las heridas y por congelamiento.

Existe una duda sobre la explosión de los motores cuando el avión ya había caído. En su momento se especuló que un sobreviviente hizo fuego cerca de un motor y que eso habría provocado la explosión. Nunca se confirmó tal versión.

El rescate

El diario El Farellón relata que el miércoles 19 de junio, a las 11.15 horas, se recibieron a los primeros cuerpos rescatados.

“Un gentío silencioso recibía al muelle de Puerto Aysén, las Guaitecas y la Luciérnaga, que desembarcaron al sobreviviente Ayala, a los restos rescatados y a numerosos pasajeros, con la muerte esculpida en el rostro. Entre ellos el Intendente don Atilio Cosmelli, el padre Victorino Bertocco, el capitán Machuca y el teniente Merino… Otras lanchas trajeron en el día a todos los demás».

Este no fue el único accidente aéreo de gravedad, cinco años más tarde, el 8 de abril de 1968 se estrelló otro avión cerca de cerro Emperador Guillermo, matando a 36 pasajeros y sin sobrevivientes, entre ellos a once luchadores del conocido programa de televisión Titanes del Ring que iban a presentarse en Coyhaique.

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